25.10.07

Apagarse

Cuando apagas la luz antes de soñarme, escucho tu suspiro olvidado, apagas la luz y tus manos imaginan mi cabello, mis piernas, mis rodillas; apagas la luz y te transportas a donde estoy yo. Me dices al oído que apague la luz para poder sentir tus manos de aire debajo de las sabanas. Cuando cerramos los ojos al mismo tiempo lo primera que vemos es nuestra silueta recortada en papel de fotografía, dentro de un cuarto rojo, están siendo revelados nuestros sentimientos.
Cuando el fuego que vive en mi pecho se apaga y mi respiración recupera su condición normal; cuando se apaga tu deseo y mi sueño y los dos regresamos a donde tenemos que estar, los versos que resuenan en la noche son los espíritus que nos cantan desde los astros, con los ojos fijos en nuestros cuerpos fríos, nuestros cuerpos saciados de sueños, saciados de ideas, llenos de sueños no soñados y sensaciones desconocidas.
Mi mirada busca entre sueños tu cuerpo bajo el agua, pero no veo más que árboles y siluetas de papel de china de todos los colores. Mis ojos que miran al infinito tratan de mirar hacia el interior de tu alma, que he perdido desde el inicio de esta relación, cuando nuestras miradas se cruzaron por primera vez y nuestros cuerpos se estremecieron por vez primera.


Soñar un sueño ya soñado es apagar nuestra inventiva, es sabernos participes de un congelamiento de ilusiones, es saber que ya no tenemos nada mas que soñar y solo recordamos, recordamos un deseo, nos recordamos a nosotros mismos.

22.10.07

El primer texto.

Estos textos estan guadados en cuadernos y hojas sueltas dentro de carpetas y cajas que resguardo cuidadosamente en una de las puertas de mi closet... pero ultimamente he pensado que me gustaria que los leyeran, que se comentaran.... no son lo mejor en redacción o en estilo, pero dicen tanto de mi y de lo que estaba pasando en ese momento que me libera el liberarlos de las hojas amarillentas.... asi que aqui va el primer texto, elegido al azar.
17 mayo 2004
Soy el aciidente más grande, el que ha matado hasta a mi cordura, que ha matado mi intelecto, mis sueños, mis ilusiones. Me he roto los huesos en cada paso sobre mis sueños: en cada sueño una fractura (no hay huesos suficientes), a cada fractura un grito, a cada grito un torrente de lágrimas.
Quiero, con la fuerza de una palabra, cruzarme las venas vitales y regar con mi sangre las raices que brotan de tu cuerpo. Quiero, con la humedad de un beso, formar una nube para lloverte encima, empaparte de mi cuerpo y de mi vicio por acordarme de tu paso furtivo por mi cuerpo. Quiero, con toda la lástima que me da mi recuerdo, regarte un estanque dónde sembrar flores de loto, para venderlas por las calles solitarias llenandolo todo de un olor embriagante.
Tal vez me olvidaste en cuanto me levanté de tu lecho lo líquenes, tal vez me olvidaste tragandome después del último beso (después del último recuerdo). Yo no puedo olvidarte, soy como un caracol que carga con su casa y su peso hasta la muerte... pues su vida le sirve de sepulcro como a mi los recuerdos me sirven de caja mortuoria.
No te saco de debajo de mis uñas ni llorandoles encima, estas escondido entre mis dientes, bajo mis cabellos, entre mis pestañas, estás escondido en los zurcos de mis manos y las cavidades de mis oidos. Estas escondido dentro de mi y no he podido lanzarte fuera.
Me obligas a esperar, a volverme loca, a arrancarme las palabras de la boca. Me obligas a alejarme del camino para tratar de caminar cerca de ti cuando tu cercanía es un espejismo.